Panorama de un desencanto irremediable, adelanto de la desolación que se irradia tras la pérdida de la esperanza de un cambio, BOULEVARD OF BROKEN DREAMS es el testimonio del impacto de una década que despedimos con orgullo pero cuyos efectos aún perduran hasta el día de hoy. El período que se inaugura tras la última guerra mundial es el de una nueva guerra, una guerra secreta y estratégica que se gesta en el convencimiento de que el poder se exhibe y, a partir de de esa exhibición, se lo reconoce u obedece. La argucia de esta trampa diplomática consiste en delegar a la propaganda las consignas de la campaña, las promesas que se incumplirán y los pormenores de las soluciones que pronto se olvidarán; porque, para esta época, basta con pretender hacer o con teorizar acerca de lo que se hará, en lugar de sentar las bases de las acciones que permitan concretar esa meta. No importa cuántas mentiras se propaguen, no importa que, incluso, la verdad se intercambie por una falacia, en tanto la apatía de la desilusión continúe difundiéndose y anulando las posibilidades de desenmascarar esas mentiras.
"Podemos prometerlo todo y luego abandonarlo", parecen decir los representantes políticos de la década del 60'; "Porque ya creamos las condiciones de una humanidad divorciada de su humanidad", responden pronto los de la década del 50' reivindicando su condición de pionera en el proceso de deshumanización. El poder para esta época es el eco de un fantasma, y esa es la argucia de su diplomacia, el propósito y la misiva de su declaración de guerra para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
sábado, 30 de junio de 2018
jueves, 28 de junio de 2018
GREEN DAY: AMERICAN IDIOT - ANÁLISIS II
La segunda canción del álbum nos presenta a su personaje, al testigo del proceso de vaciamiento que lleva a cabo el Estado. El poder instituido que se delata en la apertura, así como el discurso homogeneizante que se desarma, se retoman desde otro ángulo; pues ahora ese no querer ser, no querer ser un espejo o eco del montón, no se lee desde la resignación, sino desde la posibilidad de mantener una elección y, en este sentido, de romper con el modo de vida aburguesante que impone la sociedad.
El protagonista de esta canción, es el verdadero protagonista de la historia que se narra a lo largo de todo el álbum; pues sus peripecias o vicisitudes son el reflejo de la lógica que atraviesa el entramado social que se denuncia, así como la experiencia de la anonimia que se recusa: no estar para nadie, no recordar a nadie, no importarle a nadie.
El protagonista de esta canción, es el verdadero protagonista de la historia que se narra a lo largo de todo el álbum; pues sus peripecias o vicisitudes son el reflejo de la lógica que atraviesa el entramado social que se denuncia, así como la experiencia de la anonimia que se recusa: no estar para nadie, no recordar a nadie, no importarle a nadie.
miércoles, 30 de mayo de 2018
GREEN DAY: AMERICAN IDIOT - ANÁLISIS I
El primer corte de difusión de este disco exhibe de manera sintética la propuesta de la banda y su deconstrucción de la figura del ciudadano promedio, un ciudadano vaciado de sentido por el discurso propagandístico de la prensa y presionado para simpatizar con el discurso oficial político de turno que inscribe a los ciudadanos en tendenciosos partidismos y polariza la opinión, pero es incapaz de imaginar soluciones para problemas reales y concretos.
La crítica del disco, de este modo, se instaura como contestación a los constreñimientos sociales que continuamente moldean y modelan la consciencia del ciudadano pero le impiden reflexionar sobre su práctica o derecho a expresarse sin necesidad de adhesión a un discurso específico. De allí que, como símbolo antinómico o contracultural se levante en el videoclip una bandera norteamericana con los colores invertidos o desaturados:
El verde que la impregna funciona como una inscripción y como una transición; inscripción porque la saca del consabido referente que fija el compositor y marine John Philip Sousa con su The Stars and Stripes Forever, y transición porque abre un movimiento de descomposición que culmina con el borramiento de esa inscripción o referente que forma parte del legado patriótico norteamericano y su necesidad de reforzar continuamente valores patrios fundados en el belicismo o la configuración de un enemigo hipotético.
Por este motivo, la abdicación de la bandera también se utilizará como epítome de la primera polarización que fragmenta al país y, en consecuencia, como rechazo de cualquier forma de polarización que devenga en violencia. Recordemos, al respecto, que durante la Guerra Civil Norteamericana o Guerra de Secesión (19-861-1865), a raíz de la derogación de la enmienda para liberar a los esclavos y ponerle fin a su explotación en las plantaciones de algodón, se enfrentaron el Norte y el Sur justamente a partir de polarización de la opinión.
En este sentido, no es fútil considerar que la negación sobre la que hace énfasis en la letra sea una negación del ciudadano promedio que vota y ratifica ese orden de violencia simbólico con su voto:
En el marco de la letra, no ser es no adherir, ya que adherir implica negarse a reflexionar sobre la dimensión de los actos y las consecuencias que se desprenden de los mismos. El americano idiota, en consecuencia, no debe pensarse como un clisé que alimenta la industria del espectáculo sino como una construcción específica del discurso de poder que la banda combate a través de la refuncionalización del símbolo patrio que unifica consignas como la discriminación, la marginación o la guerra buscando consenso dividiendo la opinión del público.
La crítica del disco, de este modo, se instaura como contestación a los constreñimientos sociales que continuamente moldean y modelan la consciencia del ciudadano pero le impiden reflexionar sobre su práctica o derecho a expresarse sin necesidad de adhesión a un discurso específico. De allí que, como símbolo antinómico o contracultural se levante en el videoclip una bandera norteamericana con los colores invertidos o desaturados:
El verde que la impregna funciona como una inscripción y como una transición; inscripción porque la saca del consabido referente que fija el compositor y marine John Philip Sousa con su The Stars and Stripes Forever, y transición porque abre un movimiento de descomposición que culmina con el borramiento de esa inscripción o referente que forma parte del legado patriótico norteamericano y su necesidad de reforzar continuamente valores patrios fundados en el belicismo o la configuración de un enemigo hipotético.
Por este motivo, la abdicación de la bandera también se utilizará como epítome de la primera polarización que fragmenta al país y, en consecuencia, como rechazo de cualquier forma de polarización que devenga en violencia. Recordemos, al respecto, que durante la Guerra Civil Norteamericana o Guerra de Secesión (19-861-1865), a raíz de la derogación de la enmienda para liberar a los esclavos y ponerle fin a su explotación en las plantaciones de algodón, se enfrentaron el Norte y el Sur justamente a partir de polarización de la opinión.
En este sentido, no es fútil considerar que la negación sobre la que hace énfasis en la letra sea una negación del ciudadano promedio que vota y ratifica ese orden de violencia simbólico con su voto:
En el marco de la letra, no ser es no adherir, ya que adherir implica negarse a reflexionar sobre la dimensión de los actos y las consecuencias que se desprenden de los mismos. El americano idiota, en consecuencia, no debe pensarse como un clisé que alimenta la industria del espectáculo sino como una construcción específica del discurso de poder que la banda combate a través de la refuncionalización del símbolo patrio que unifica consignas como la discriminación, la marginación o la guerra buscando consenso dividiendo la opinión del público.
lunes, 28 de mayo de 2018
GREEN DAY: AMERICAN IDIOT - RESEÑA
En retrospectiva, AMERICAN IDIOT resume todas las premisas de la banda, así como el perfil de su lectura antinómica de la sociedad norteamericana. Sin embargo, de alguna manera, todo está allí y, al mismo tiempo, no está. El álbum se hace presente y, al mismo tiempo, se desvanece; edifica para desedificar, creando un discurso que se inscribirá en una lógica específica para, a continuación, correrse, borrarse y no dejar ninguna huella de la misma.
De este modo, AMERICAN IDIOT abre un juego donde se logra contextualizar y descontextualizar su propuesta simultáneamente; lo cual no implica ninguna contradicción, porque el referente de su crítica, precisamente, se halla envuelto en este dilema histórico que no se resuelve o gira en torno de oposiciones binarias como:
- MEMORIA / OLVIDO
- REGISTRO / OMISIÓN
De esta tensión, de hecho proviene el nombre del álbum y la reconstrucción de un sujeto social vaciado de sentido o eventualmente rellenado por la visión de la propaganda política bipartidista, así como la crítica de la publicidad mercantilista que alimenta los engranajes del consumismo. Porque el idiota no es no es un sujeto con una tara, sino un sujeto al que se le impone una tara desde una cosmovisión pequeño burguesa del mundo que le impide ver más allá de sí y de su propia necesidad; y, en consecuencia, de los problemas coyunturales que luego se licuarán a través de un voto egoísta que termina en la basura.
Por este motivo, AMERCAN IDIOT también forma parte del debate sobre la restitución genuina del derecho a la libertad ironizando los comicios monopolizados por el bipartidismo y proponiendo en su lugar la admisión de un tercer candidato que quiebre con la tradicional disputa entre demócratas y republicanos. La estética del álbum abona esta idea a partir de la introducción de emblemas patrios que se reescriben de manera simbólica (como la granada que detona el corazón o es capaz despertar de su sueño al americano idiotizado), y a partir de la configuración de una agenda diferente para el tercer candidato que hipotéticamente se propone.
El DAY SCHEDULE u horario del día para la agenda en cuestión, se arma, de hecho, con la misma lista de canciones que integran el álbum, lo cual nos da una pista para leer esas letras de una manera específica; a saber, como una crítica ácida de la democracia norteamericana y de las instituciones que históricamente la sostuvieron. Es decir, como la reconstrucción de los problemas específicos que no se atienden o invisivilizan (de ahí su omisión en la historia o abierto borramiento), pero deberían formar parte de los asuntos urgentes de cualquier gobierno que pretende alzarse tras conseguir el apoyo de los ciudadanos ingenuos.
Por este motivo, en AMERICAN IDIOT el registro de la memoria colectiva resultará tan importante, ya que a través de él todavía puede reivindicarse la posibilidad de elegir con libertad y, en consecuencia, de quebrar con el imaginario que impone el bipartidismo y avalan los medios masivos de comunicación.
lunes, 30 de abril de 2018
ALAN MOORE - ESCRITOR O GUIONISTA II
Suele perderse de vista que la relación de especulación entre la oferta y la demanda del mercado también traen aparejadas una serie de consecuencias sobre la relación del escritor con su obra: en particular, la que estipula el intercambio de su rol por el rol de productor y, en consecuencia, la del intercambio del valor artístico de su obra por el de un producto intercambiable semejante a otros productos que circulan en el mercado.
De este modo, la reconversión entre la designación de la incumbencia del escritor, del escritor que produce en lugar de escribir, del escritor que especula en lugar de indagar sobre la realidad que lo circunda, explica la degradación del valor del resultado de su quehacer, donde se creará un producto, en lugar de una obra de arte; y donde la imposición de la lógica del intercambio reducirá el derecho de propiedad a un costo y la mediación del arte en una mercancía sin un valor intrínseco.
Sin embargo, cabe preguntarse si dentro del circuito que establece el mercado no se admite alguna forma de libertad capaz de romper con las nomenclaturas que se utilizan para vender y para comprar. La pregunta no es nueva, pero puede formularse de un modo menos obvio: ¿es posible romper con las determinaciones de las nomenclaturas del gusto mecantilizado? O bien, podemos preguntarnos en términos equivalentes: ¿tenemos aún libertad de elegir cuando el mercado ya eligió por nosotros al proponer un determinado número de opciones y catalogarlas dentro de sus canales de distribución?
ALAN MOORE, el caso del escritor que deviene productor, así como del escritor que se reconoce como guionista, intentó responder esta pregunta produciendo abiertamente dentro de una de las industrias más hipertrofiadas por la lógica de la mercancía: la historieta; y, por lo tanto, adentrándose de lleno en circuito de distribución que impone el mercado para ella, con su catálogo o etiquetas, y con sus delimitaciones o encasillamientos para el gusto. Pero, en tanto escritor, o escritor que asume la incumbencia de su escritura desde el guión, logra crear una obra en lugar de un producto y vertebrar desde esta perspectiva de creación, cada uno de los soportes que le dan vida a un lenguaje sugestivo, exquisito y muy cuidado.
En la lógica del mercado, lógica que se maneja dentro de los límites de la producción fabril o serializada, y su consecuente distribución masiva o masificada para el público, los productos que se exhiben como arte o los que se achaca indistintamente tal distinción para su comercialización, son productos que se han limitado expresivamente o bien restringido con pautas muy claras. La rentabilidad de un producto crea las condiciones de su distribución y, por antonomasia, también las de su producción, por lo que no se puede producir de cualquier forma.
Sin embargo, frente a este panorama, frente a este escenario que estipula la producción que pretende suplantar a la creación, MOORE escribe sin renunciar a la creación y, en consecuencia, a contrapelo de las pautas que propone la industria:
-VENDER
-COMPRAR
Los guiones de MOORE son prodigiosos, prodigiosos en su economía y en la manera de capturar la belleza. Su arte se trama a través de un uso consciente de cada palabra, de cada sílaba, cuya resonancia musical es acorde con el marco que proponen sus historias. Nada está de más, ni se permite que algo lo esté, porque la palabra debe dejar una viva imagen, una huella y un eco de su paso. Para ello, no se necesitan muchas, pero sí una proporción adecuada y una medida para lograr tal efecto, efecto de inmersión y de identificación con la trama. Los detalles, por este motivo, nunca son accesorios, sino que se incorporan en función de un objetivo más grande y a partir de la búsqueda de la armonía y la congruencia, las cuales le confieren a la obra un equilibrio, permitiendo apreciar su mensaje.
La poesía es la necesaria consorte de MOORE en este propósito, donde cada parte responde por las demás y donde un pequeño desbarajuste inarmónico se percibirá como un defecto del todo. Este es el motivo que respalda la identificación de la obra de MOORE con la escritura de un largo poema, que se va perfeccionando de a poco y, en ese camino, en esa traslación entre la idea y la formulación del concepto más maduro, pierde lo que realmente ya no necesita. Proceso de maduración donde no sólo madura MOORE, sino también la industria para la que escribe y que lentamente socava mientras se abren otros espacios y otras denominaciones para concebir o reabsorber lo que él, y otras voces tan valientes como él proponen:
-CREAR
-IMAGINAR
En este sentido, MOORE rompe con la industria al proponerse escribir lo que la industria no pide, lo que la industria desecha; aunque no, porque no pueda resultar rentable, sino por el riesgo de inversión que se insume con un proyecto que conlleva la pérdida o el fracaso. Pero, cuando MOORE no fracasa, cuando su pretensión de literato le permite descubrir otro formato y otro público para la industria, la industria busca readaptarse a lo que MOORE y otros camaradas igualmente ambiciosos están escribiendo.
De este modo, MOORE incursiona en la novela gráfica al descubrir que las tiradas de series le quedan chicas y que lo que necesita para continuar escribiendo no es escribir en el formato que usualmente se estilaba para la historieta: recortando contenido o dándolo por sobreentendido; sino ampliando las posibilidades de este formato y, al mismo tiempo, evolucionando dentro de las limitaciones que imponía el mismo. De allí que frente al linde de la economía de la palabras y del espacio dedicado a las mismas, decida escribir poesía y que sea ésta la que le permita erigir los primeros peldaños de su obra.
Las historietas de MOORE, consecuentemente, se acercarán o, incluso, superarán algunas de las grandes obras de la literatura no porque imiten su lenguaje, sino porque fueron concebidas como obras y porque, en ningún momento, su creador aspiró a crear algo menor a las propuestas que erigieron cada uno de los cimientos de la literatura. De esta manera, en la obra de MOORE podemos encontrar un lugar tanto a la épica como para la tragedia, pero no porque se reproduzcan sus modelos, sino porque el debate de los personajes que los definieron se actualiza en otro contexto y con las nuevas propuestas de ese nuevo contexto. En este sentido, MOORE toma de la literatura la forma de su quehacer y de su incumbencia, forma para pensar y para reflexionar sobre el mundo, y para tomar distancia de lo que no funciona en el mundo o debe cuestionarse para poder cambiarlo.
En este giro del guionista de oficio que escribe como escritor, o del escritor que se reconoce como primero como guionista, MOORE subvierte las nomenclaturas de la industria para crear otras y para en ese mismo proceso, llevar a la historieta a la estatura de la literatura. Pero, subestimando, la enorme capacidad que tiene la industria para readaptarse y, en consecuencia, encontrar una manera de convertir la obra en un producto. Por eso, finalmente, su desilusión se expresa en el desacato a escribir historietas, acaso última forma de rebelión en la que encuentra una manera de evitar alimentar los engranajes de un circuito del que, momentáneamente, creyó escapar creando, incluso, su propio sello editorial.
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