El diálogo que sostiene William Bludworth, el embalsamador de la funeraria, con Alex nos permite reconstruir cuál es el concepto de Muerte que trabaja James Wong:
En la muerte, no hay accidentes… no hay coincidencias, no hay percances… y no hay escapatoria. Tienes que comprender que somos un simple ratón… que un gato tiene agarrado de la cola. Cada movimiento que hacemos… desde lo mundano a lo monumental… la luz roja que pasamos o en la cual nos paramos… la gente con la que nos acostamos o que nos quiere… aviones en los que volamos o de los cuales nos bajamos… todo conforma el diseño sádico de la muerte… que nos lleva a la tumba.
Ni Cloto, ni Láquesis, ni Átropos tienen razón de ser en el concepto de Muerte que desarrolla el director de esta película, porque, para Wong, la representación del destino es unívoca, esto es, no se encuentra diseminada en partes.
Desde el punto de vista de Wong, no hay una hilandera (Cloto) que hila la hebra de la vida con una rueca y un huso, tampoco una mujer que mide con una vara (Láquesis) la longitud de una vida, ni otra mujer que corta (Átropos) la hebra de la misma con tijeras. No, para Wong el destino está indisolublemente unido a un solo e inevitable final que siempre nos amenaza o nos acecha como una presencia: la Muerte.
Wong, por este motivo, opondrá al concepto de destino el concepto de diseño, que es un concepto íntegramente moderno.