martes, 12 de septiembre de 2017
FRANK MILLER - SIN CITY: THE HARD GOODBYE. PRIMERA PARTE
La primera historia que abre la saga de SIN CITY comienza con un revés y un atropello. Revés porque explora el sentido opuesto de lo normal, la contracara de nuestra lógica y la descomposición de nuestras construcciones más arraigadas. Y, atropello, porque ese desencuentro redunda en un desencanto, donde no solo se descompone la imagen impertérrita de las instituciones, sino la fe asociada a la garantía que las sustenta: el progreso cuantitativo y cualitativo de la humanidad.
En THE HARD GOODBYE asistimos a un duelo que se trama en dos planos de significación. En el primero somos testigos de una revelación: no gobierna la razón, ni el entendimiento; porque tal gobierno supondría el restablecimiento de la mesura, la medida y la correcta administración de los recursos, no su expropiación, usura o robo. Tal gobierno, asimismo, delinearía un perfil idóneo para el gobernante, cuyo provecho sería el de su pueblo y su incontrovertible bienestar, así como el futuro de las generaciones que se dirime en las decisiones del presente.
En el segundo nivel de significación, en cambio, se explora el linde la cordura. El lector es conducido a un mundo de pesadilla, cuyos escenarios reflejan su realidad más cruda y tensionan los elementos que forman parte del mundo seguro del lector. El síntoma más palpable de esta tergiversación o deformación del mundo conocido, es la inversión de roles clásicos de los personajes historietistas asociados con la acción:
-HÉROE = VILLANO
-VILLANO = HÉROE
Inversión que se extiende y se multiplica en el intercambio de otras categorías más sutiles:
-SANO / ENFERMO
-CUERDO / LOCO
Obviamente para definir la impostura del poder y su controvertida tendencia a reemplazar los términos de relaciones problemáticas como: el placer y la responsabilidad, o el provecho propio y el provecho común.De este modo, las instituciones más representativas del lector son socavadas por un contradicurso que crea nuevas connotaciones para ellas. Por ejemplo, en el caso de la IGLESIA la anegación se reemplaza por la codicia, la caridad por la usura y la continencia por el fetiche. Asimismo, y como parte de este mismo campo semántico sacrílego, se sustituye la transubstanciación del cuerpo de CRISTO presente en el acto de comer pan y beber vino [1], por un acto de canibalismo [2].
No nos debe extrañar, por este motivo, que se reivindique para esta historia un héroe antinómico, ni que su aventura se libre como un progresivo descubrimiento de las múltiples contradicciones que subyacen dentro de la sociedad y sus caprichosos ordenamientos, o que la identidad de este héroe se fragmente alrededor del complejo entramado de luces y oscuridades que propone la locura.
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[1] En la cultura cristiana, comer el pan y beber vino, equivale a comer el cuerpo y beber la sangre de cristo. El acto se concibe como un acto de comunión y de liberación, ya que el fiel durante el mismo abandona el terreno de lo profano para entrar en el terreno de lo sagrado.
[2] Las tribus de los pueblos primitivos creían que comer la carne de los enemigos permitía adquirir sus habilidades. La historieta propone una idea homóloga al proponer que a través del acto ritualista del canibalismo se busca devorar el pecado.
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