domingo, 16 de agosto de 2015

Introducción a 'El Matadero' de Esteban Echeverría


El binomio civilización / barbarie que Domingo Faustino Sarmiento populariza con Facundo, un ensayo de carácter biográfico que intenta desbaratar ideológicamente las bases sobres las que se asienta el gobierno despótico de Juan Manuel de Rosas, aparece ya formulado en un cuento de tintes costumbristas que se termina para el año 1840, y cuyo autor responde al nombre de uno de los intelectuales más importantes del siglo XIX: Esteban Echeverría.
    El Matadero es considerado el primer cuento de factura genuinamente nacional y, para la crítica moderna que lo relee con la inmediación de casi un siglo después, me refiero concretamente al axioma irreverente con el que David Viñas convence a una generación entera:

    La literatura argentina comienza como una violación

    El Matadero se convierte en el antecedente de una constante que marcará a la literatura argentina de allí en adelante: el diálogo invertebrado entre dos polos irreconciliables. De un lado de la ecuación binaria, Echeverría colocará lo que considera la innegable voz de la razón, así como el ilustre aspecto con el cual identifica los primeros esbozos de la civilización: el unitario; del otro, en cambio, aparecerá el sustrato salvaje del proyecto modernizador que buscan emprender los unitarios, el remanente violento de una época signada por el derramamiento de sangre: el bárbaro.
    Sin embargo, como lo advierte Viñas en la década del 60’, este conflicto que inaugura la literatura argentina puede rastrearse en las cepas de la literatura que se escribe después, a través de un complejo fenómeno de transformaciones que vuelven a enfrentar a estos mismos polos de nuevo. 

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