El final de la película se apoya en dos referencias intertextuales que inspiraron la trama de la misma: El flautista de Hamelín y Another Brick in the Wall (Part Two). Entre ambas referencias existe un abismo temporal insalvable, pero una voluntad de comunicación homóloga: denunciar el maltrato y los abusos sobre la juventud.
La leyenda, cuento o poema que registra la aventura errática del flautista, se deshilvana a través de la relación metonímica que se establece entre la rata y el estudiante. Los miembros de los listones azules son como las ratas, esto es, pestilentes, dañinos y repugnantes. En consecuencia, el sacrifico del conserje no será gratuito, sino un acto simbólico que busca detener la expansión de una enfermedad. La reminiscencia medieval no es casual, ya que durante el medioevo se atribuyó las ratas la transmisión de enfermedades terminales o pestes.
Pero, ¿quién empezó la epidemia? A esta pregunta responde la frase de la que se apropia el conserje antes de caer por el desfiladero rumbo a una tumba acuática: “Hey! Teachers! Leave them kids alone!”; es decir, el fragmento del estribillo de la canción resuena en los labios del conserje como una denuncia que testimonia y pone en evidencia a los verdaderos culpables de esa muerte trágica.
En otras palabras, en el final la película intenta comunicar de manera sintética cuál es el precio que se impone sobre la mutilación de la libertad y el derecho inalienable que posee todo ser humano a profesarla sin impedimentos ni coerciones.
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