miércoles, 14 de junio de 2017

BATMAN: EL LARGO HALLOWEEN - ANÁLISIS III


Está muy claro que es el lenguaje pictórico quien le ofrece a la historieta que pergeñan LOEB y SALE, el andamiaje estético necesario para poder darle forma al enigma que origina el conflicto de la trama; pero, detenerse solo en él o atribuirle esencialmente el mérito de la amalgama entre la disertación filosófica y la respuesta de la acción que dirime la posición de los personajes, implicaría desmerecer el loable papel que tiene el resto del apartado gráfico al momento de sostener a los elementos más significativos de la trama.
    En consecuencia, y con esta reevaluación del propósito estético que se delinea desde el guion en mente, le propongo al lector que su atención ahora se centre en los detalles accesorios. Es decir, de aquellos detalles que el dan forma al todo, pero que, por uno u otro motivo, terminan siendo subsumidos por el mismo todo al que intentaban darle forma en calidad de accesorio o de elemento prescindible; porque lo accesorio no debe ser lo desechable, sino lo que complementa al todo, y si se quiere, también, el enser que delinea la inclinación de su andamiaje. 
    De hecho, esto es lo que ocurre con las referencias filmográficas que realiza la historiera a paritr de los guiños a las películas clásicas de gánsteres, las cuales son muy claras al principio o, al menos, en la persecución de su objetivo (crear una atmósfera determinada, por ejemplo), pero después se convierten en un enser o muesca más del decorado, ya que no logran destacarse ni lucirse de ninguna manera. En principio, porque su reiterada aparición las normaliza, esto es, les arrebata su halo [1] o tono específico, pero, también, porque al someterse a tal degradación propia del proceso de la semiosis, se terminan convirtiendo en clisés [2].
    En otras palabras, si nos damos la oportunidad de entender estas referencias filmográficas como parte de un mecanismo más sutil y específico o, si se prefiere, como parte de la amalgama entre el color, el tono o la iluminación que ya se destacó o ideó específicamente para este tipo de películas, se entenderá que su introducción (o reinvención) dentro del mundo de la historieta obedece a la volición creativa de crear cuadros únicos y, por este mismo motivo, retrotraer al lector hacia una experiencia pictórica.
    El motivo de esta transformación, se entiende de manera inmediata: la historieta no puede capturar el movimiento, sólo sugerirlo. Es decir, la historieta tiene que sobreponerse a un impedimento o limitación constitutiva, y compnsarlo de alguna manera, o al menos esto es lo que tiende a pensarse cuando desde la historieta se recupera algo de lo que se propuso para el cine. Sin embargo, esto es relativamente acertado, ya que la historieta, al constituirse como un lenguaje específico, no puede renunciar a su pretensión de crear belleza y, a partir de ella, proponer líneas de significación para el lector.
    En consecuencia, la reiterpretación de la historieta no es funcional a compensar una deficiencia, sino a enriquecer las posibilidades de resignificar su propia enunciación. Por lo tanto, la referencia a las películas de gánsteres, de las que hace acopio SALE en reiteradas ocasiones, define la otra vuelta de tuerca para acceder a su estética ochentosa. De hecho, para construir muchos de los cuadros de sus viñetas, SALE apela a los mismos fondos negros y pesados que se utilizaron en este tipo de películas para destacar los tonos macilentos con los que intenta dotar a los personajes introduciendo una paleta de colores que oscilaba entre el amarillo y el naranja, la cual les otorga la variante de un lustre o desgaste propio de una fotografía antigua o decolorada.
    La película más evidente que forma parte de estas referencias filmográficas la constituye la SAGA de THE GODFATHER. En particular, las dos primeras entregas, ya que es  su estética anticuada a la que se apela desde el filtro fotográfico que ensaya SALE, ya sea a partir de los tonos cálidos, o bien a partir de los tonos arenosos que le otorgarán a sus personajes una apariencia cerúlea y apelmazada. Sin embargo, en el caso de la historieta que nos ocupa esa referencia se alimenta de una idea adicional, ya que los personajes que se encuentran alumbrados por esta composición a medio camino del amarillo y del naranja, parecen ser enfocados por el haz de luz de la misma lámpara que se utiliza durante los interrogatorios.
    Lo cual nos sugiere, en términos antitéticos, que ninguno de los personajes alumbrados por esa luz se libra de la mancilla de ser un sospechoso. Por lo tanto, el aporte más importante de esta referencia se realiza desde su reinterpretación, ya que si originalmente se utilizaba la amalgama o compuesto envejecido del filtro para destacar el mundo turbio de la mafia, en la historieta se reutilizará para indagar sobre cuál es la verdadera naturaleza (inclinación moral) de la persona enfocada por su cerúleo haz de luz enmohecida. No es casual, en este sentido, que los personajes que se enfoquen en repetidas ocasiones sean los tres pilares de GOTHAM (BATMAN, JIM GORDON y HARVEY DENT) y que sea uno de ellos el que le fallé al futuro de la ciudad que habían imaginado los tres.
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[1] WALTER BENJAMÍN, en varios trabajos, habla de la pérdida aurática del arte, esto es, de la pérdida de aquello que definía al arte como algo único o especial y, por el mismo motivo, como algo irreproducible. Sin embargo, como bien demostró la época de la reproductibilidad técnica o mecánica, que es la época que adviene con la modernidad (o modernización de los medios de vida que hace posible la reproducción o supervivencia de la especie), todo puede imitarse y reproducirse de manera masiva. Para entender esto, puede pensarse en qué pierde el arte (la pintura, por ejemplo) cuando abandona el espacio consagrado que ocupó (como ocurre con el lienzo y sus posibilidades de enunciación), para aparecer en espacios (una estampita, una postal o una fotografía) donde no se puede apreciar su especificidad (relieve, textura, tonalidades, etc.)
[2] Lugares comunes o estructuras repetitivas que, por su misma reiteración, pierden la capacidad de despertar la curiosidad del lector o llamarle la atención para que las tome como elementos legítimos para pensar un texto.

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