martes, 6 de junio de 2017
BATMAN: EL LARGO HALLOWEEN - ANÁLISIS I
El guion de JEPH LOEB perfila un enigma desde el inicio, pues no se entiende por qué, en primer lugar, BRUCE WAYNE asiste a una fiesta donde se celebra el matrimonio del sobrino del capo de la mafia de GOTHAM. En otras palabras, no se entiende qué motivaría a un hombre honrado a estar rodeado por el lujo y el desparpajo de los hombres que le juraron lealtad a la desdeñosa moneda que utiliza el ROMANO para comprar la integridad de sus almas.
La curiosidad del ingenio detectivesco no basta para excusar a BRUCE, ni mucho menos, para justificar la incómoda presencia de su álter ego (BATMAN). El caso de SELINA KYLE (CATWOMAN), en cambio, es diferente, pues sabemos que ella, de antemano, lo único que busca es el dinero del ROMANO; pero, también, un desafío; y ¿qué desafío puede superar o compararse con el fisgoneo inocente de un gato que intenta burlar al ladrón más grande de GOTHAM?
Sin embargo, BRUCE o BATMAN, ¿qué buscan? La respuesta evidente, pero, la menos lógica y, por lo tanto, la menos científica (en el sentido detectivesco del término) sería: encontrar las pruebas que incriminen definitivamente al ROMANO. Pero, ¿acaso tiene sentido buscar pruebas contra un criminal del cual ya se comprobó la índole de sus fechorías? No, y esta respuesta es, de hecho, la clave para pensar qué lugar ocupan BRUCE y BATMAN en este momento, un momento donde el clima festivo de la celebración deja entrever otra cosa.
Ninguno de los dos, al contrario de lo que podría pensarse, está allí para espiar al ROMANO, sino para dar fe de la posición política a la que adscriben, a saber, que no todo se puede vender, ni todo se puede comprar. Y esto es algo que ambos intentan dejar claro desde el comienzo, desde la primera viñeta y desde la primera declaración de la que se hacen eco con una convicción:
Yo tengo fe en Gotham City [1].
La alocución de BRUCE o de BATMAN [2], es corta, pero refleja fielmente lo que ambos piensan, pues no deja margen a ningún equívoco y puede inferirse de ella, sin mayores problemas, la siguiente idea: que el mundo puede prosperar sin el crimen; o, lo que es lo mismo (en términos relativamente equivalentes, al menos), que la ciudad que aman aún puede salvarse.
La declaración, en consecuencia, define claramente de qué lado estarán BRUCE y BATMAN, y de qué lado estará, siempre, en contraposición, el ROMANO; pues, mientras los primeros se empeñen en salvar a GOTHAM, el ROMANO intentará destruirla hasta reducirla a escombros.
Sin embargo, este enfrentamiento, al haber llegado a este punto, al haber trasvasado la confrontación física, se vuelve abstracto, debido a que, a través de él, se especula acerca de la posibilidad de un futuro diferente, de un futuro donde sea posible un nuevo modelo de ciudad y, en consecuencia, un nuevo modelo de representante para ponerse al frente de ella y del rumbo que éste deberá perseguir por el bien común.
Por este motivo, la posición política de BRUCE (pero, también, la de BATMAN), lleva el enfrentamiento con el crimen organizado a otro nivel de significación. Lo lleva a un nivel, literalmente, filosófico, porque lo que se discute, lo que se discurre o lo que se debate no es por qué la transgresión no se corrige o por qué no hay justicia en el mundo, sino por qué se crearon las condiciones materiales para que esa transgresión sea exonerada en lugar de sancionada y, consecuentemente, no juzgada.
Pero, la respuesta a este interrogante reside en el mismo misterio que encierra la celebración del sobrino del capo de la mafia, una celebración donde se festeja y, se podría agregar, por este mismo motivo, se apoya indirectamente la transgresión que debería ser condenada. Porque los asistentes, en mayor o menor medida, son conscientes de la naturaleza de la celebración en la que participan, ya que decidieron responder a la invitación de un mafioso y, por lo tanto, de un criminal que los perjudica a todos.
En este sentido, el ROMANO, nunca es atrapado, no porque no existen las condiciones [3] para hacerlo, ni porque no se haya demostrado que es culpable de todos los cargos que se le imputan, sino, porque existe un consentimiento o grado de adhesión general hacia la propuesta transgresora que lo define: comprar su libertad con dinero.
Este, y no otro, es el motivo por el que BATMAN no dudará en afirmar:
Yo tengo fe en Jim Gordon [4].
Ya que JIM representa lo que debería ser la institución que ejecuta la ley o, lo que es lo mismo, el brazo armado que sostiene la dialéctica entre el acto deliberado que la reafirma y el acto deliberado que la mancilla con la transgresión. Pero, JIM GORDON no es un policía ordinario, ya que es un policía honesto que intenta hacer lo correcto mientras lidia con el terrible peso de un mundo donde se ha perdido sentido hacer lo correcto o, directamente, renunciado a sostenerlo.
Sin embargo, JIM, por sí mismo, no puede hacer nada, a menos que reciba una autorización para hacerlo, a menos que la justicia se expida al respecto y le de carta abierta para actuar. Se entiende, entonces, por qué BATMAN necesita tanto a HARVEY DENT y por qué BRUCE no duda en señalar:
Yo tengo fe en Harvey Dent [5].
Porque la justicia sin ley no es justicia, y por lo mismo, no es nada. Y esto es algo que BATMAN sabe muy bien, y lo que aún es más importante, es algo por lo que está dispuesto a poner fin a su peligrosa cruzada de vigilante, ya que entiende que esta cruzada terminaría en el mismo momento en que la justica dejara de ser inoperante; o sea, en el mismo momento en que se viera obligado a deponer sus armas para dejar que la ley repare el vacío que dejó.
HARVEY DENT, en consecuencia, se convierte en la apuesta más riesgosa y más ambiciosa de BATMAN, ya que DENT puede hacer lo que BATMAN no puede permitirse hacer desde ningún punto de vista: hablar en lugar de la justicia. En otras palabras, DENT es la pieza faltante en la partida de ajedrez que BATMAN configuró en la alianza con JIM GORDON, la pieza que, finalmente, puede darles la victoria; ya que HARVEY DENT es el hombre de la ley (o legal) que está dispuesto a enfrentar la corrupción que traen consigo hombres como el ROMANO.
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[1] Loeb, Jeph. BATMAN: EL LARGO HALLOWEEN (dibujo: Tim Sale). NORMA Editorial: Barcelona, p. 1
[2] Alrededor de toda la intrincada trama que nos propone LOEB, se desarrolla una compleja vinculación entre BRUCE y su álter ego trágico (BATMAN), entre el paladín o vigilante y la cara visible que éste escoge (BRUCE, el empresario y el playboy) para camuflarse.
[3] En varios momentos, el fiscal del distrito, HARVEY DENT, ofuscado preguntará y se preguntará a sí mismo, al mismo tiempo, por qué no se puede enjuiciar a un hombre que ya está condenado por el peso de sus latrocinios.
[4] Loeb, Jeph. BATMAN: EL LARGO HALLOWEEN (dibujo: Tim Sale). NORMA Editorial: Barcelona, p. 30
[5] Loeb, Jeph. BATMAN: EL LARGO HALLOWEEN (dibujo: Tim Sale). NORMA Editorial: Barcelona, p. 12
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