sábado, 10 de junio de 2017

BATMAN: EL LARGO HALLOWEEN - ANÁLISIS II


Si el primero de los enigmas se trabaja a nivel filosófico, desde el contraste u oposición que se establece entre el mundo de los ideales políticos y el mundo prosaico del crimen que los deforma hasta corromperlos o vulgarizarlos, sobran los motivos para argumentar que el segundo enigma se trabaja a nivel visual o, lo que es lo mismo, desde la inaudita correspondencia que se establece entre la imagen y el elusivo lenguaje de las pistas que se diseminan a través de diferentes simbolismos.
    Éstos, no obstante, no se gestan solo dentro pericia del crimen, que al principio puede resultar errática o contradictoria, sino, también, desde una clara referencia pictórica que nos invita a repasar una parte de la historia de la pintura. El dibujante, TIM SALE, se encarga de desperdigar alrededor de varios de los cuadros historietistas que pinta para sus viñetas, varios de los gestos que atesora el lector asiduo o el intelectual que aprecia los detalles de una buena pintura. Porque, tanto uno como otro, saben que, en un lienzo, cobran vida una serie de correspondencias que se abren a múltiples connotaciones o posibilidades de lectura.
    Sin embargo, entre los simbolismos, el más sobresaliente, para este caso, es el que se apoya en el diálogo con la pintura dieciochesca, a la que se homenajea constantemente, trazo a trazo y pincelada a pincelada. Pero, es necesario tener presente que, lo que en principio se trabaja como un elogio, lo que en principio se venera con respeto, pronto se convertirá en un procedimiento propio que se independiza de su referente; lo cual no quita que el referente siga estando presente, aunque éste solo forme parte del principio de construcción del procedimiento que inspiró para suplantarle.
    Cabe preguntarse, en este punto, si el fenómeno no es extrapolable a la historieta en general, pues, como se sabe, ésta se erigió tomando como referencia a la pintura clásica o lo que acuerda en denominarse como clasicismo. Esto, por supuesto, no le resta ningún mérito a TIM SALE, pero sí sugiere que no se debe aseverar su procedimiento como una novedad, sino, más bien, como un fenómeno que, a su vez, es partícipe (y ayuda a darle forma, por supuesto) de un fenómeno más grande y menos obvio.
    Esta tendencia gráfica en la historieta que perfila SALE, entonces, nos conecta con un mundo de coordenadas previas, un mundo de coordenadas de las que SALE abreva con minucia para entender cómo se posicionará ante el guion que le ofrece LOEB. Pero, al momento de hacerlo, SALE encuentra su propia variante para definir al fenómeno a través de un intercalado de claroscuros, donde el color asoma como el elemento más relevante del enigma que nos propone la escena del crimen y el más realzado o destacado en términos plásticos.
    La referencia del primer crimen, de hecho, es evidente y su coordenada, rastreable, casi de inmediato: LA MUERTE DE MARAT; que es una pintura de estilo neoclásico, obra del ingenio de JACQUES-LOUIS DAVID y de su afán por diseminar a lo largo de un lienzo todos los fundamentos de su lectura. Pero, leída desde la órbita o perspectiva de SALE, la pintura adquiere un plus de significación adicional, debido a que SALE intenta descubrir en ella lo que, esencialmente, puede remitirnos a la pregunta que se realiza todo el tiempo el lector de un POLICIAL: ¿quién cometió el crimen?
    En efecto, en la pintura original MARAT sostiene una carta donde confiesa no ser digno del amor de una mujer; aunque, si miramos bien la carta (más bien el fragmento o trozo deshilachado que queda de ella) veremos que la persona que adscribe como firmante y, por lo tanto, como el responsable de su contenido no es otra que la mujer que amó MARAT, CARLOTA CORDAY, quien, de la manera más vil, le arreba la vida apuñalándolo en reiteradas ocasiones.
    Esta traición, a su vez, confirma o reafirma el tono filosófico del primer enfrentamiento, ya que CARLOTA asesina a MARAT por ser un peligroso disidente político, debido a que MARAT apoyaba a la facción jacobina y CARLOTA, en cambio, a la girondina. Sin embargo, en la muerte del sobrino de MARONI, la carta se suplanta por otra pista: una pequeña calabaza y una pistola con un silenciador improvisado (un inocente biberón) a la que se le ha borrado el número de serie. El gesto que convoca tal asociación es elocuente en más de un sentido, ya que la combinación de estos elementos admite una interpretación escalofriante: la de que solo se puede hacer justicia renunciando a la humanidad que inspiraba ésta como ideal o como sublimación de la miseria.
    Por otro lado, el dramatismo de la escena que evoca esta decepción, es capturado de una manera muy fiel por SALE, a pesar de que éste cambia el plano desde el cual se enfocaba a la pintura original. El picado que suplanta al plano general, donde se entreveía la terrible tragedia de MARAT, permite apreciar con más detalle la muerte de JOHNNY VITI, cuyo brazo asoma como el de MARAT para señalar algo, aunque con un rastro de gotas de sangre en este caso.
    Finalmente, el contraste y el pesado fondo negro que formaba parte de la convención del retrato dieciochesco, se suplantan por un filtro de tonos grises que recuerda la poesía del cine en blanco y negro, así como la recursividad de la pintura para realzar un contenido específico, oponiéndolo, por supuesto, a otro. El contraste, en otras palabras, se reescribe, reelabora o redescubre para poner de realce la concomitancia de las pistas inmediatas, pues, en este caso, la sangre que sobrecoge la bañera (único elemento coloreado), es también la que señala y la que acusa.
    Todo esto, entonces, demuestra, que la pintura que antecede al cuadro de la viñeta, crea las bases de la enunciación de la imagen o escena simbólica que retrata SALE, una imagen donde el enigma del POLICIAL completa el argumento de LOEB y lo enriquece al prescindir de las palabras para darle forma.

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