domingo, 12 de julio de 2015

Una lectura sobre 'The Ring': El anonimato involuntario de Aidan


Aidan encarna un horror menos perceptible, pero igualmente repudiable: el abandono ante un mundo de adultos irresponsables. Mientras sus padres se concentran en trivialidades: Rachel, atiborrada por su trabajo como periodista, y Noah, escindido por los placeres que le reportan sus amores transitorios y fugaces; la niñez de Aidan se esfuma como al evocación de un sueño, y se malgasta en el convencimiento de un diálogo irrecuperable.
    En Aidan no hay anhelos, tampoco reproches. Pero, es precisamente esta resignación silenciosa ante su adversidad, lo más intranquilizador de su conducta, pues Aidan parece haber incontrovertiblemente aceptado que el mundo es así y que no puede esperar nada de él.
    Sin embargo, en ningún momento Aidan se permite concederle un momento a las lágrimas, como si éstas carecieran de sentido, o como si su inmediación fuera completamente innecesaria; lo cual, le resta sentido a este ritual asociado a la tristeza, pero también pone en evidencia el pensamiento de un niño desilusionado: no vale la pena derramar lágrimas en un mundo donde nadie está dispuesto a secarlas.

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