-
En el dibujo de Aidan se traza un destino truncado: el de la familia que nunca tuvo.
-
Noah, no obstante, mira a su hijo intentando comprender todo lo que se le negó tener.
-
Y en la mirada que Aidan no le devuelve se comunica algo que no se puede poner en palabras.
-
Tal vez es ese silencio el que hace recapacitar un poco a Noah y el que le permite reconocerse como un infractor de la fe que su hijo depositó en él.
-
Pero mientras Noah piensa en el tiempo perdido, es Rachel la que les mira naufragar en el tiempo que evoca la familia que nunca se consumó.
-
Entonces, de mano de Aidan, lo que no tenía forma comienza tomar una forma.
-
Y Rachel comprende al fin por qué su hijo siempre se mantuvo tan distante de ella.
-
En el boceto inacabado de Aidan, la madre de la familia que dibuja es la única que parece tener forma. Pero, ¿era Rachel a la que le correspondía mantener unido al padre con el hijo?
-
En la mirada que le devuelve a Noah, luego de ver el dibujo de Aidan, Rachel parece confirmar el anhelo de su hijo con una pregunta que no formula: ¿por qué no lo intentamos de nuevo?
-
Una propuesta que Noah parece no desestimar a pesar de los miedos que no confiesa: ¿podré hacerlo?
-
Pero, al mirarlo de nuevo, Rachel pareciera apaciguarlo con un sincero deseo de volver a empezar.
Aidan no requiere de ninguna palabra para comunicarse con el mundo adulto. Sin embargo, sus intervenciones son siempre superficiales, acotadas, económicas, como si prefiriera prescindir del contacto con el mundo adulto, como si temiera afianzar algún vínculo duradero con él o como si el más leve roce con éste tuviera el poder de arrancarle la independencia que conquistó.
Pero, ¿de dónde proviene este rechazo? Aidan jamás lo dirá, porque no necesita decirlo, ya que a través de su displicencia lo manifiesta todo el tiempo. La desconfianza de Aidan proviene de su situación de abandono, de saberse excluido del núcleo familiar del cual debió haber formado parte desde el inicio. Madre, padre e hijo, esa es la tríada de la que Aidan no forma parte, pero de la cual, secretamente, anhela formar parte.
Esta contradicción no es inherente a su persona, pero sí a su psicología. Como niño, Aidan se niega a aceptar que es un ser incompleto, que necesita que el marco de la fotografía que nunca se tomó, refleje la integridad de una familia con todos sus miembros, con todos sus sueños y con todo el amor que siempre le faltó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario