martes, 14 de julio de 2015

Otra lectura sobre 'The Ring': El mundo adulto emancipado


La película explora una relación infructuosa: la del mundo de los niños escindido del mundo de los adultos. El primero le reclamará al segundo su negligencia y, el segundo, la confirmará reafirmándola en actitudes igualmente negligentes. Los niños, en consecuencia, asumirán un rol que no les corresponde al formular la pregunta que los adultos son incapaces de plantearse por sí mismos: ¿por qué nos abandonaron?
    Por este motivo, la película intentará reforzar la idea de que, entre ambos mundos, existe una barrera que no puede superarse. La incomunicación se impone como un obstáculo que no puede salvarse, porque el diálogo que intenta entablarse entre el mundo de los adultos y el mundo de los niños es imposible.
    Cuando los adultos no se reconocen como adultos y los niños terminan asumiendo el rol que éstos vaciaron de sentido, cualquier posibilidad de entablar un diálogo siempre va a resultar insostenible. Los niños no le pueden reclamar nada a los adultos cuando éstos se comportan como niños.
    En otras palabras, en el momento en el que los adultos reniegan de su rol, niegan, al mismo tiempo, al niño. Porque el niño queda condenado a crecer sin el adulto, sin un modelo que seguir. No es casual que, en este sentido, Aidan se cree para sí mismo un modelo ideal del adulto, un modelo que no le fallará, un modelo que puede reconocer cada vez que se mira en el espejo, ya que él mismo se ha convertido en un adulto autosuficiente y responsable de su propia integridad.

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