viernes, 28 de agosto de 2015
Apuntes sobre el informe literario
1ºEntrada: La duda del objeto
Un informe no escribe acerca de un objeto, sino que, más bien, reescribe a su objeto. Su comunicación es transparente, pero también ambivalente, debido a que el lenguaje nunca es realmente transparente. Por lo tanto, el informe intenta dar cuenta de su objeto de la manera más fidedigna posible, pero ignorando que tal pretensión descansa en un ideal inalcanzable.
En el informe, ilusoriamente, se cree que se puede comunicar el objeto. Pero, lo único que se comunica realmente es la experiencia del objeto, no al objeto a per se, ya que el objeto nunca se presenta ni a sí mismo ni por sí mismo.
El objeto es esquivo y renuente a los mecanismos de comprensión o, lo que es lo mismo, el objeto se resiste a ser interpretado. En consecuencia, en el informe, como mucho, se presenta un estado de cosas, una suerte de recorte experiencial que da cuenta del objeto y lo que rodea al objeto a partir de ese recorte experiencial.
Asimismo, durante la experiencia inicial sobre el objeto, no se puede evitar imprimir una impronta personal sobre el objeto, una suerte de insoslayable subjetividad que complejiza la instancia de la recepción y, en consecuencia, la comprensión cabal de todo el informe.
Por consiguiente, lo que el lector lee en un informe es una deformación del objeto, muchas veces necesaria, para acercar el objeto, más nunca para clausurarlo.
El informe, por ende, constituye solo el umbral de una puerta que debe ser franqueada por la experiencia propia. En este sentido, el informe debe ser entendido como una invitación a realizar reconstrucción propia sobre el objeto.
2º Entrada: El hallazgo del objeto
Por definición el informe supone la minucia y la exactitud, esto es, la reposición de detalles y datos fidedignos. No obstante, en el informe nunca hablamos de una reposición accesoria, ni de sobreabundancia de información.
Un buen informe nunca escatima información, pero tampoco abusa de ella. Porque, ante todo, un informe siempre piensa en su receptor y en la modulación del lenguaje adecuado para comunicarse con él.
Si el informe resulta complejo y excesivo, ya no podemos hablar de un informe, debido a que perdió el sentido que le otorga su propio nombre: informar, comunicar, transmitir, etc.
En consecuencia, la única mediación pertinente entre el informe y su objeto es la precisión y el poder de síntesis para comunicar ese objeto. No puede haber palabras de más, cada oración debe estar puesta en servicio de un único fin: la comprensión.
3º Entrada: La presentación del objeto
En el caso del informe literario, a diferencia de otros formatos de presentación más exhaustivos o rigurosos, se puede flexibilizar su mediación con el objeto, escogiendo concentrarse en una variada gama de opciones:
• Biografía: repone las condiciones de producción del objeto. Aquí se recauda toda la información que ayude a reconstruir el contexto histórico y social que dará vida al informe. La historia personal del autor, así como la idiosincrasia de su época, se mezclan para ensamblar, aunque de manera fragmentaria, el rompecabezas que forma el objeto.
• Datos lingüísticos: son aquellos que reparan en las modulaciones del lenguaje y las variedades de su registro para explicar algún aspecto puntual del objeto. Por ejemplo, en una película como Mundo grúa, de Pablo Trapero, es muy importante el registro coloquial para dar vida a sus personajes y para crear escenas que se mezclan con la realidad cotidiana con entera naturalidad.
• Estructura: toma como punta de referencia la subdivisión clásica en trama, tiempo narrativo, personajes, diálogos, temática, etc. Sin embargo, varía de acuerdo al soporte literario y las intenciones comunicativas del informe. En otras palabras, la estructura estará supeditada a aquello que se quiera poner de relieve o destacar en el informe. Por ejemplo, se puede hablar sólo de los personajes sin ahondar en la trama, sobre todo cuando se prefiere preservar algún aspecto del objeto del informe.
• Conclusión: es el verdadero punto de inflexión del informe, el momento dónde la aparente objetividad cede paso a la subjetividad. La conclusión reclama la apreciación del gusto en su sentido más llano, pero debe disimularla para no infringir el decoro que impone la separación con el objeto. Pero, ante todo, no puede evitar persuadir y convencer al lector hipotético sobre la veracidad de todo lo expuesto.
En lo que respecta a la organización de la información y/o a su presentación, debe tenerse en cuenta que el único criterio que puede seguirse es el de respetar la temática abordada y arriesgar una conclusión que permita entrever una postura. No obstante, para lograr mantener una cierta claridad durante la exposición es conveniente apoyarse en una subdivisión que permita reconocer una introducción o presentación de la idea o tema que se desarrollará, el abordaje de esa idea o tema con la incorporación de los datos que permitan procesarla, y la consabida conclusión que termina de demarcar el objeto del informe.
4º Entrada: Los detalles
Toda la escritura del informe está guiada por la prosecución de un objetivo que va a deformar el objeto: el deseo consciente o no de guiar al lector hacia un lugar.
En consecuencia, cada palabra que se coloca en un informe va a definir al objeto, va esculpirlo hasta devolver no lo que realmente es el objeto, sino lo que la persona que escribió el informe piensa que es el objeto.
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