jueves, 24 de septiembre de 2015
El legado de Isaac Newton para el pensamiento occidental
La formulación de las leyes newtonianas permean el pensamiento de todo el siglo XVIII y definen un antes y un después para la concepción hasta el momento arraigada de la naturaleza, la cual ya no será vista de manera errática o caótica sino como un complejo conjunto de fenómenos que obedecen a alguna ley que debe descubrirse y, consecuentemente, describirse de manera apropiada.
A partir de Isaac Newton, la inquietud humana que guía al conocimiento deja de estar abigarrada a la mera especulación, para convertirse en una indagación seria que cuenta con un método o, al menos, con las herramientas teóricas para establecer los cimientos de uno. La distancia del objeto establece la primera condición de estudio: no involucrarse en la evaluación de las condiciones de prueba.
El objeto se objetiviza y, en esa misma distancia que requiere la empírea, permite descubrir su idoneidad: solo puede estudiarse lo que se encuentra escindido de la voluntad, lo que queda separado del arbitrio de la subjetividad. Se descarta en la inmediación del objeto, la mediación del sujeto sobre el objeto y, en consecuencia, la deformación a la que está sometida todo objeto.
Para Newton, el sujeto no modifica el objeto, ni el objeto modifica al sujeto, porque las condiciones de prueba a que se somete el objeto están despejadas de cualquier variable y de cualquier irregularidad. El estudio empírico, en consecuencia, se concibe como un recorte estable de la realidad que es capaz de explicar, paradójicamente, a la misma realidad en su conjunto.
Esta fe newtoniana logró persuadir a las mentes más brillantes de su época y extrapolarse, como una suerte de moda, al resto de las disciplinas que forman parte del horizonte de posibilidad del medioevo. Al respecto, se puede recortar una serie de fenómenos que ponen de manifiesto la impregnación del pensamiento newtoniano sobre las disciplinas más cercanas (la matemática o la física) y las menos obvias, como ocurre con las humanidades en general.
Entre dichos fenómenos que cabe mencionar:
- La aparición de la enciclopedia: porque es el compendio de todos (o al menos lo pretendió ser) los saberes de la humanidad, clasificados siguiendo un criterio lógico.
- La cientifización del discurso literario: debido a que la impregnación de la cientificidad confería un estatuto de seriedad y reconocimiento que recortaba a la literatura como una fuente de conocimientos legítimos. El Naturalismo formulado por Émile Zola puede destacarse como una de las incursiones más palpables de este proceso.
- La tendencia general a sistematizar: todos los intelectuales se preocuparán por catalogar, clasificar o categorizar, esto es, por encontrar un orden para el mundo fenoménico.
Sin embargo, es este último fenómeno el que más se acerca a la propensión de resumir el espíritu de aquella época, donde el raciocinio del hombre desplaza, incluso, la inconmovible fe en un ser superior, un ser que, hasta el momento, era el único al que se atribuía la capacidad de explicar o revelar los misterios del universo.
Luego de Newton, el hombre se autoproclamará como el único ser que es capaz de explicar el mundo y, en consecuencia, de ponerlo en orden.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario