jueves, 10 de diciembre de 2015

'There Are More Things' o la inesperada incursión gótica de Jorge Luis Borges


There Are More Things es un cuento atípleo, pues reúne una serie de rasgos que dislocan y descalabran el tono usual de la narrativa borgeana, aunque no porque el sueño o la pesadilla no tengan lugar en ella, sino porque ambos, cuando aparecen, lo hacen como una nota de color o como un agregado del que podemos prescindir, y no como el momento donde el espacio se desdobla a otra realidad permitiendo que el lector se instale frente a la duda que lo lleva a cuestionar las certezas acuñadas sobre la realidad que, hasta ese momento, conoció.
    ¿Qué ocurrió?, ¿por qué ocurrió?, ¿realmente ocurrió?, o ¿es posible que esto ocurra?, son sólo algunas de las preguntas que podemos realizarnos luego ser interpelados por el flanco fantástico que cultiva Jorge Luis Borges en el relato mencionado, un flanco que redescubre una experimentación pretérita: acriollar el legado de los grandes temas de las literaturas extranjeras. En There Are More Things, aparece, por ejemplo, el laberinto como metonimia de la pérdida o el extravío, y también una de las homologías predilectas de Borges: la del ajedrez como interrogación del universo y, por ende, como cuestionamiento del destino y su poder condicionante sobre la vida de las personas.
    Para Borges, durante toda su obra fue importante encontrar una manera de contar y, al mismo tiempo discutir, polemizar o reflexionar sobre el legado de la cultura occidental u oriental, aunque en menor grado, en la cultura latinoamericana y, más específicamente, en la cultura argentina. El término criollo, de hecho, delata su intención de incorporar la mezcla y de pensar la mixtura como un emblema distintivo de nuestra cultura, y como un elemento constitutivo de nuestro ser nacional, pues ¿acaso podemos deshacernos de nuestro pasado colonial?, ¿acaso podemos desentendernos de la impronta de la inmigración en la constitución de nuestra identidad?
    Sin embargo, en el caso puntual del relato que nos atañe, no es esta pregunta la que intentará responder Borges, si es que alguna vez intentó responder alguna pregunta en lugar de formularnos varias que nos ayudaran a repensar situaciones emergentes en la constitución de, por ejemplo, nuestro ser nacional; no, en There Are More Things, Borges, apoyándose en los mecanismos usuales del relato fantástico, como la puesta duda sobre las certezas de la realidad que conocemos, y la sobreimpresión de lo extraño o de una experiencia extrañada sobre la cotidianeidad, introducirá una pregunta demoledora: ¿por qué no podemos tolerar la alteridad?
    Si entendemos por alteridad la experiencia de la diferencia, o, si se prefiere, el choque con lo que se resiste a nuestras categorizaciones para representar y entender el mundo, podemos comprender cuál es el sentido de este cuestionamiento borgeano, un cuestionamiento que tiene su origen en la lectura de Howard Phillips Lovecraft. Son varias las lecturas que constituyen los cimientos de este relato, pero es Lovecraft, en particular, el sustento que le da su voz distintiva, debido a que es en Lovecraft donde se elabora este cuestionamiento, tal vez de manera inconsciente, tal vez de manera involuntaria.
    En El horror sobre Dunwich, Lovecraft trama en un descubrimiento: ¿del monstruo?, ¿la abominación?; la pregunta que Borges retomará más tarde. En otras palabras, There Are More Things es, en gran parte, una reescritura de El horror sobre Dunwich y, una manera de incorporar en su propia narrativa, un interrogante que cala hondo en lo existencial en lugar de continuar abonando la meditación filosófica que le permite realizar la hibridación del cuento y el ensayo, esto es, de un texto que acepta la mezcla como condición de enunciación. Cabe preguntarnos, en consecuencia, si esta imbricación, si esta contaminación genérica no es por sí misma una declaración y un testimonio del pensamiento que defendió Borges. Todo parece posible.

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