En He Wasn’t, Avril Lavigne retoma el encanto del Cuento de Hadas para hablar de un desencanto: no hay príncipes azules. La caballerosidad de ensueño del castillo cede paso a la realidad, una realidad donde Avril retrata a un hombre desatento, ausente y completamente desinteresado en involucrarse en el cortejo amoroso. No hay flores, no hay bombones, ni poemas, ni cartas, ni siquiera un llamado que medie entre la voz del supuesto enamorado y su dama, mientras ésta desgaja la flor a la que se interroga con la pregunta crucial: ¿realmente me ama?
Avril espera y al mismo tiempo que lo hace se va dando cuenta que mientras se desgrana el tiempo, se descompone la imagen idealizada de su caballero. Desde su lectura, en consecuencia, los ritos de cortejo pierdan su razón de ser, ya que el hombre que los sostenía ha defraudado la fe de la mujer por la que debía profesar amor, de la mujer por la que debía esforzarse para llegar a su corazón. Esta desilusión, no obstante, al contrario de lo que podría esperarse, se convierte en un acto de rebelión por parte de la mujer defraudada, ya que si hay un rito que no se cumple, queda muy claro que, igualmente, hay un hombre que no merece estar en el corazón de la mujer a la que se aspiraba.
En este sentido, la lectura de Avril se convierte en algo positivo, porque al resquebrajar el encanto que envolvía al rito del cortejo, también muestra que la mujer no debe ser sumisa ni estancarse en un mar de lágrimas. La actitud de Avril durante el videoclip muestra que si no se trata a la mujer con el debido respeto, ésta debe dar vuelta la página y pasar a otra etapa, o bien, buscar un hombre que realmente valga la pena. Para marcar la transición de este proceso, y, en consecuencia, el contraste entre la desilusión y la rebelión, en el videoclip se crea un contraste entre dos Avriles: el Hada y el Demonio.
El Hada es la Avril que todavía se aferra a la ilusión, el Demonio, en cambio, es la Avril que ha abierto los ojos. El Hada, además, supone un cambio de vestuario, porque lleva a cuestas todo el artificio de la maravilla, las alas y hasta la varita, mientras el Demonio, al contrario, nos muestra a la Avril ordinaria, despojada de ornamentos y solo con dos pequeños cuernos que nos permiten identificar su cambio. En otras palabras, en la Avril Demonio se nos muestra a la Avril de carne y hueso, a la Avril despojada de la lilusión que alimentaba su caballero.
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