martes, 28 de abril de 2015
El simbolismo detrás de la treta de Rumpelstiltskin
En Rumpelstiltskin, el pacto diabólico se realiza a través de una apropiación simbólica que progresivamente despoja a la protagonista de toda su humanidad, así como del hálito de vida que la sostiene desde su dimensión inmaterial: el alma que este demonio busca atrapar como sortilegio.
Cada una de las posesiones que la protagonista le entrega sin renuencia ni sospechas a este misterioso personaje que irrumpe en medio de la habitación donde se la confinó a trabajar, y donde la desesperación se apropia de su corazón frente a la faena imposible, le otorgan a éste un poder sobre su persona, un poder que todavía no se materializa en algo concreto, pero que, de todos modos, poco a poco la compromete en una entramado contractual que espera formalizarse con la entrega de una ofrenda de sangre: la vida de su inocente primogénito.
Por ejemplo, cuando la protagonista renuncia a su collar a cambio de la primera transmutación de la paja en oro, no solo renuncia a una posesión material, sino a lo que esa posesión material representa. El collar, desde la antigüedad, estuvo asociado a los amuletos, es decir, a los objetos que nos protegen del mal, así como a los emblemas que distinguen diferentes grados de dignidad. Por lo tanto, al deshacerse del collar, la protagonista involuntariamente se deshace de la barrera de protección que la protegía, creando un lazo con su desinteresado benefactor.
Lo mismo ocurre, cuando la protagonista le entrega su anillo. Dentro de la simbología de la joyería, en particular, los anillos son muy especiales, ya que testamentan bienes y atan a las personas a un compromiso. En la antigua Roma, los anillos representaban el ciclo de la vida y de la eternidad, pero durante su fundación, ya se había vuelto extensivo el uso de anillos de sello. Estos anillos fueron empleados, al menos, desde el siglo XV A. C. en adelante. Su propietario, que debía ser una persona de una enorme riqueza, llevaba grabada su imagen en piedra, y con ella identificaba sus posesiones.
En consecuencia, al entregarle el anillo, la protagonista le otorga a Rumpelstiltskin su consentimiento.
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