viernes, 24 de marzo de 2017

AVRIL LAVIGNE - RESEÑA


AVRIL LAVIGNE irrumpe en la escena musical del ROCK desde una propuesta híbrida, pues su música se posiciona a medio camino del PUNK y del POP, dos géneros musicales cuyas propuestas resultan antagónicas. Pero, en ese antagonismo, en esa confrontación aparentemente irremediable LAVIGNE encontrará una continuidad, como si las falencias de un estilo se pudieran compensar con las virtudes del otro o como si el lenguaje de ambos pudiera re-ensamblarse para crear una composición homogénea donde los aportes de sus respectivas idiosincrasias se diluyeran en favor de una nueva forma de enunciación: el POP PUNK o PUNK POP [1].
    La pista de esta conversión o apuesta por la mezcla, sin embargo, a LAVIGNE se la dará otro estilo, cuyo desliz o desplazamiento ya coqueteaba con lo híbrido. Me refiero, por supuesto, al POWER POP y a los aportes que se realizaron para él durante la década del 60’, una década, como se sabe, que terminará siendo dominada por el ROCK y su re-descubrimiento a partir de la oleada de influencia musical inglesa que llegará a NORTEAMÉRICA cuando desembarquen en ella bandas como THE BEATLES, THE ROLLING STONES o THE WHO [2]. Es decir, cuando el ROCK encuentre del otro lado del mundo nuevas coordenadas para recomenzar el camino que emprendió durante la década predecesora. 
    El fenómeno, como se sabe, se intituló INVASIÓN BRITÁNICA y, literalmente, implicó una invasión, pues la escena musical de aquella época quedó definida por las argucias que estas bandas utilizaron para posicionarse en el mercado o por las decisiones que el mercado simultáneamente tomó para reabsorber sus propuestas. Entre estas decisiones, de corte básicamente comercial, claro está, cabe destacar el particular hincapié que realizó el mercado o la industria musical en la construcción de la figura del ROCK STAR y en su difusión propagandística a través de revistas donde se exaltaba el GLAMOUR que rodeaba a estas bandas.
    Pero, es curioso que LAVIGNE haya encontrado en el POP y no el ROCK la base de su filiación musical, así como el principio de una redefinición para el concepto de ROCK, reparando en un largo proceso de hibridación donde, justamente, lo que se alternará o ajustará será la preeminencia de la presencia de uno u otro elemento en la asociación genérica de la que resultará el nuevo género desde donde se compondrá. En este caso, el POWER POP, esto es, en la revitalización del POP a través del uso intensivo del ROCK como catalizador de la propuesta que, en el POP, se mitigaba o quedaba solapada por la injerencia en un sonido melódico.
    En otras palabras, LAVIGNE aprenderá a poner de realce al POP a través del PUNK, mirando qué ocurría, primero, con los ajustes o las alternancias musicales que se realizaron durante el apogeo del POWER POP, que es el género donde se amalgama esta vinculación antinómica. En este sentido, los arreglos que se introdujeron para permutar la presencia de las guitarras o la saturación de la distorción durante el POWER POP, se importarán a la nueva amalgama que formará la alianza del POP, en esta ocasión, con el PUNK. De hecho, cuando a LAVIGNE se le pregunte cómo cuajaron o soldaron sus influencias en la hibridación del género que escogió, responderá mostrando una inclinación predilecta por el POP, pues señalará, invariablemente, que lo que hace es: POP PUNK y no PUNK POP.      
    Esta ordenación jerárquica que se entrevé en la declaración de los principios musicales de LAVIGNE, posiciona al POP, de nuevo, como el modalizador (y acaso, también, atenuador o amortiguador) del ROCK o, lo que es lo mismo, como su necesario filtro para pulimentarse y darse a entender entre los avatares del público que asiste a una función donde el retorno del sonido se pierde y, en consecuencia, precariza la apreciación de la composición. Lo cual nos entromete de lleno en la otra vertiente musical de LAVIGNE, una vertiente que se diluye en la incorporación de bases o ritmos típicos del ROCK, con ejecuciones rápidas al estilo del PUNK, pero que se conserva a la búsqueda o transparentación de una voz nítida [3]: el GÓSPEL.
    Sin embargo, nada quedará de la dramatización de los coros, la evocación de DIOS, ni la liturgia del evangelio, porque LAVIGNE no cantará en una frecuencia etérea, sino, más bien prosaica e indisolublemente atada a las alegrías, contratiempos o sinsabores de este mundo, lo cual no quiere decir que sea sacrílega, pero sí mundana en el sentido más amplio de la palabra, puesto que su foco, al componer, atenderá la pequeña minucia de los dramas ordinarios y cotidianos de los seres humanos. Del COUNTRY, por otro lado, tampoco quedará nada, pues la irreverencia del PUNK borrará ese ribete folklórico donde los instrumentos de cuerda se combinaban en ritmos lentos y definidos, para, en su lugar, ganar presencia con el estruendo, no obstante contenido (de ahí la inmediación del POP como modalizador), de guitarras cuyos RIFFS sencillos crearán la base melódica que permitirá desatacar la voz.
    En consecuencia, LAVIGNE le devolverá al público una experiencia musical travestida del ROCK, pues al edulcorarlo, al restarle muchos de sus recursos discordes, creará melodías pegadizas y digeribles homólogas a las de la NÉMESIS del ROCK. La imbricación del POP dentro del ROCK, en consecuencia, resultará en una disonancia para el ROCK [4] que se percibirá, no obstante, como una armonía y, debido a esto, nos sumergirá en una versión melódica del ROCK, donde los arreglos de los instrumentos (particularmente de las guitarras), tenderán a atenuar su presencia y, en el peor los casos, reducirla al mínimo, lo cual se hará que se perciba como un eco a la distancia y, acaso, también, un fantasma.
    El ROCK melódico, entonces, se convertirá en la apuesta de LAVIGNE para componer y comunicar. Sin embargo, será en esta estribación o viro hacia el POP del ROCK, donde se dará una contradicción, porque LAVIGNE no hará POP para ratificar al POP, sino para criticarlo y cuestionarlo.
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[1] La variación del orden de los vocablos que forman el concepto musical genérico, como veremos más adelante, es significativa, debido a que sienta una posición para el artista, desde donde se reconoce una elección.
[2] El movimiento oscilante (de lo claro a lo oscuro, de lo armónico a lo inarmónico) entre estas bandas, de hecho, también nos conduce a pensar que, en aquella década se había instalado una búsqueda que se realizaba a través de la definición o la coherencia entre todos los elementos que reúne una composición; una consciencia que no estaba presente en la generación anterior, donde la espectacularización de la puesta en escena o la ejecución instrumental perdía de vista el equilibrio de las partes individuales.
[3] Algo un poco contradictorio si se considera que las primeras presentaciones en público de LAVIGNE, luego del estreno de su multipremiado LET’S GO, su voz sonaba nasal y apagada.
[4] Entiéndase para el ROCK que se hacía en la época en que AVRIL LAVIGNE aparece en escena.

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