lunes, 14 de agosto de 2017

CUADERNO DE VIAJES DE CIRUELO - ANÁLISIS II: EL LEGADO DE LA TIERRA



CIRUELO, durante su viaje introspectivo o hipotético [1], arma un mapa de referencias. Éstas, no obstante, no tienen relación con una ubicación en el espacio, ni en el tiempo, ya que trascienden ambas categorías [2]. Su mapa se arma a partir de los restos, resabios o ecos de una cultura: la de los pueblos originarios y su cosmovisión del mundo. En consecuencia, ese mapa es una reivindicación del legado de estos pueblos y de sus enseñanzas.
    Desde la mirada de los INCAS, AZTECAS o MAPUCHES, entre otros, CIRUELO configura un imaginario diferente para el lector, donde la piedra habla:

    Cóndor suspendido en la cuarta
    dimensión de la montaña,
    dime con qué debo tallar tu forma.
    Pues alguien debe hacerlo hoy 
    con impecable actitud,
    y darte vuelo [3].

    La naturaleza se endilga como principio de la creación [4]:

    En el desierto, Jost percibió un destello y atraído
    por la luz llegó hasta un árbol.
    Vio un nido entre las ramas que brillaba en la noche.
    Dentro había un huevo solitario como un sol.
    Jost entendió que era el centro del universo.
    Toda brisa cesó. Y una voz pequeña cantó, entonces [5].

    Y el mundo se lee como una serie de secretas correspondencias [6]:

    Recuerdo con asombro el día que una joven
    india mexicana vio un águila magnífica sobre mi
    hombro derecho sin que ninguno de los dos supiéramos
    si eso tenía algún significado.
    Poco tiempo después dibujé un águila de estilo azteca,
    casi sin pensar, mientras desayunaba. Ese dibujo se
    convirtió en tatuaje permanente de mi hombro derecho.
    Y me gusta creer que estoy protegido por esa imagen [7].

    Esta manera de proceder va asentando los contornos de un terreno y de una propiedad para ese mapa: el de la de la imaginación y la posibilidad que ésta abre al reescribir las coordenadas del mundo. Pero, del mundo que nos reenvía a la colonia, a la conquista del español, a la fundación de la nación y a la masacre que se cometió sobre los habitantes originarios de nuestra tierra.
    En el mapa de CIRUELO, por lo tanto, el paisaje usual que se asocia a lo natural se explora de otra manera, para recuperar algo del legado que se perdió.
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[1] No de otra manera debe entenderse la condición de apunte o borrador de su cuaderno, donde las ideas se acumulan y aglomeran, pero no encuentran todavía una forma. Es decir, se conciben de manera errática como el principio de algo que todavía no termina de cuajar en un concepto para comunicarse o transmitirse y, por este motivo, se recopilan a través fragmentos inconclusos.
[2] En contraposición, se podría argumentar que la referencia se arraiga en la necesidad de contar otra historia; no la de los vencedores, sino la de los vencidos, que es la historia que se diluyó en la memoria o solapó con el improperio de salvaje. Pero, acaso, ¿CIRUELO no nos demuestra que los pueblos originarios tenían su magia y su ciencia?
[3] Cabral, Ciruelo. CUADERNO DE VIAJES DE CIRUELO. Buenos Aires: DAC EDITIONS, 2004, p. 36
[4] La idea que trabaja CIRUELO es que la naturaleza es nuestra madre y, como tal, nuestro principio. Por supuesto, esta idea se hace eco de la estructura mítica de los pueblos originarios, para quienes la tierra, la raíz y el fruto se corresponden como regalos.
[5] Cabral, Ciruelo. CUADERNO DE VIAJES DE CIRUELO. Buenos Aires: DAC EDITIONS, 2004, p. 15
[6] En tanto poeta, CIRUELO mira el mundo como una incógnita y a partir de esa interrogante lo redescubre bajo otra forma, asociando elementos antagónicos. Lo curioso en esta manera de proceder es que no sigue ningún esquema de ninguna escuela, lo cual se condice o coincide con su propensión de contar la historia desde otro lugar.
[7] Cabral, Ciruelo. CUADERNO DE VIAJES DE CIRUELO. Buenos Aires: DAC EDITIONS, 2004, p. 83

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