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Edgar Alan Poe retrato espacios claustrofóbicos durante toda su vida, pero tal vez ninguno de ellos sea tan inquietante como el que se oculta los secretos de la mente humana.
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A diferencia de su adaptación predecesora, a cargo de Enrique Carreras y guionada por Narciso Ibáñez Menta, Roger Corman satura de iluminación cada uno de los escenarios de este relato.
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En este contexto, la hipnosis se convierte en un recurso adicional para contar un horror que no puede ser verbalizado: el de la ambición desenfrenada de un hombre sin escrúpulos.
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Vicente Price logra transmitirle a su rostro todo el abatimiento de un hombre que está a punto de morir, incluso por encima de la cepa del delgado maquillaje que lo vuelve pálido.
En El extraño caso del Sr. Valdemar, la luz empapa cada uno de los rincones de la habitación que aprisionan al personaje que interpreta Vincent Price.
Roger Corman, de esta manera, pone en suspenso el amueblado gótico, con sus telarañas y sus rincones oscuros, para dar realce a los insospechados suplicios la mente de los personajes ideados por Edgar Alan Poe.
Por este motivo, los diálogos de Vincent Price, al menos en este relato, deben ser parcos y algo toscos. De todos modos, no los requiere, pues no es necesario que pronuncie una sola palabra, debido a que a través de sus ojos atiborrados de dolor, trasluce el tormento del alma del personaje que encarna.
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