jueves, 23 de octubre de 2014
Orígenes de Halloween: Capítulo 1 - Los Celtas
La celebración de Halloween nos remonta a la recuperación de los ritos de pueblos antiquísimos como los celtas, en donde nos topamos con festividades religiosas muy diferentes a las que hoy podemos encontrar dentro de las actuales religiones monoteístas, pero que, sin embargo, son todavía capaces de explicar por qué durante tantos siglos los seres humanos han intentado conjurar a los muertos.
La misma noche que ahora evoca el tan popular 31 de octubre que destacan algunos almanaques, los celtas conmemoraban el Samhain, una festividad que coincidía con el comienzo de la estación invernal y, por lo tanto, con el fin del verano o, lo que es lo mismo, con el inicio de un período donde las cosechas se interrumpían hasta el retorno de la primavera. Los cultivos, entonces, eran testigos de una metáfora: algo tenía necesariamente que morir para dar paso nuevamente a la vida.
Los antiguos griegos acogieron un mito para explicar este proceso de muerte y resurrección: el rapto de Perséfone, la hija de la diosa de la agricultura, Deméter. Cuando Perséfone fue raptada por Hades, el dios del inframundo, Deméter quedo desolada y la tierra se convirtió en un lugar yermo. Este malestar no tardó en preocupar a Zeus, el rey de los dioses, quien terminó interviniendo para que su hermano, Hades, le devolviera a la desdichada Deméter, su hija.
Hades aceptó devolver a Perséfone a las manos de Deméter, pero antes de que se marchara la obligó a comer algunas semillas de granada que la obligarían a volver con él durante seis meses cada año. El retorno anual de Perséfone al inframundo marcará, de este modo, un ciclo: la llegada de las estaciones de otoño e invierno, donde las verdosas hojas de los árboles se resecan y el dolor de Deméter vuelve a aflorar por la añoranza de la hija que se marcha.
El Samhain, por otro lado, fue conocido como un día que funcionaba como una suerte de puerta de bisagra, ya que marcaba dos momentos: el último día del año que terminaba y el primer día del año que comenzaba. Durante esta transición se consideraba que las leyes que conocían los mortales quedaban abolidas y que, por lo tanto, los muertos podían pasar al lado de los vivos y retornar a sus hogares. Por este motivo, durante la celebración de este festival se apagaban todos los fuegos de los hogares, pues se temía que entre los espíritus de los familiares queridos se inmiscuyeran los espíritus malignos que erraban por la tierra.
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