miércoles, 31 de diciembre de 2014
+ Datos sobre Carrie (1976)
Los afiches promocionales de las películas no siempre logran transmitirnos con claridad las ideas que se abordan durante la trama de las mismas, esto es, sobre la manera en que se desenvuelve la propuesta de una historia dentro del lenguaje de la imagen; pues lo que se pondera al momento de elaborarlos es captar la atención del público, no interpelarlo con una reflexión sobre la película que se está a punto de ver.
Sin embargo, hay excepciones que rompen con esta regla y nos transportan a alguna escena que puede resultar clave para pensar la película o que, con una enorme capacidad sintética, recuperan el meollo de la trama. Este último, en efecto, es el caso de Carrie, una película donde, entre otras cosas, se exploran los problemas de integración dentro del mundo adolescente y las formas de discriminación que se manejan dentro de este mundo aparentemente inocente.
Las micro-lecturas publicitarias
Se hicieron varios remakes sobre Carrie, pero la versión de 1976, que es la original, es muy especial por varios motivos. En principio, porque se trata de una transposición muy ingeniosa en la que su director, Brian De Palma, logra crear un lenguaje rico que, constantemente, nos remite a diversos referentes culturales dentro de la historia de la pintura o de la literatura; lo cual, nos invita a reponerlos y a ponernos a reflexionar sobre ellos, al menos si realmente queremos llegar a una comprensión cabal de la película. Pero, también, como ya se indicó, porque los medios publicitarios que se emplearon para difundir la película se sumaron a la tarea de crear un lenguaje subsidiario para contarle algo al público sobre la película, esto es, para delegar en el espectador una herramienta que los ayude a pensar sobre la trama de la representación cinética de la novela de Stephen King.
Más concretamente, fueron algunos de los afiches empleados durante la promoción los que, de una manera muy sintética, lograron comunicar con claridad el núcleo de la trama, a saber, los pormenores de la marginación adolescente dentro de un grupo escolar. En el primero de ellos, por ejemplo, se nos cuenta a través del notable contraste entre dos imágenes, que marcan una transición entre dos momentos antagónicos, cómo los sueños de Carrie son desbaratados por la cruda realidad en la que se ve envuelta de pronto:
La Carrie que aparece en la imagen de la izquierda, es la joven que aún mantiene el anhelo de que su vida pública sea normal, que sus compañeros finalmente la acepten y que su pesadilla de tormentos termine. Pero, la Carrie que aparece en la imagen de la derecha es todo lo contrario, pues representa la ilusión resquebrajada, vuelta añicos por la devolución del medio, así como el vacío insondable de la pesadilla de la que se intentaba escapar, y que ahora se ha vuelto la única dimensión posible para ver o juzgar la realidad.
Nótese, en este sentido, que el contraste entre las dos imágenes se empeña en marcar está oposición desde el color y la iluminación. En la imagen de la derecha, Carrie está radiante, luce esbelta y llena de alegría, mientras, en la de la derecha, aparece sumida en las tinieblas y recubierta del amargo color rojo de la sangre de puerco con la que la bañaron y que le confiere a sus ojos azules una palidez y una frialdad absoluta, que, entre otras cosas, denota la ausencia de calor o candidez. En otras palabras, en la imagen de la derecha, se nos nuestra lo que quedó de Carrie luego de que le arrebataran la esperanza de integrarse dentro del grupo y alcanzar, de este modo, una vida normal.
Por otro lado, si completamos la lectura de este afiche incorporando la disposición de las letras, así como el contenido de la frase [1] que se utiliza para llamar la atención del público, podemos malinterpretar la idea general que intenta transmitirnos, pues redunda en un clisé que muchas veces es inevitable: el de la experiencia del miedo. Sin embargo, el baile de graduación también nos remite a otra cosa, esto es, a que el afiche todo el tiempo estuvo jugando con la fotografía como forma de retener, de manera imperecedera, un momento de la realidad, pero también como forma de revelar en esa misma captura de la realidad que se aísla en un recorte, un recuadro o un marco, algo sobre la realidad misma.
En otras palabras, si una foto es capaz de capturar un instante de vida y de congelarlo en el tiempo, también tiene la posibilidad de ofrecerle a quien la ve una huella sobre ese instante, es decir, sobre lo que aconteció durante ese instante o, al menos, sobre la persona que fue capturada por el haz de la luz del flash: su alegría, su tristeza, sus anhelos, sus frustraciones, sus expectativas, sus desilusiones, sus esperanzas, sus desengaños, etc.
Por lo tanto, en las imágenes que contrapone el afiche, lo que se reconocen son dos fotos, esto es, dos momentos de vida completamente opuestos. La fotografía de la izquierda es secundada por la de la derecha, en una transición que, literalmente, se realiza a través de un pasaje de la luz a la oscuridad; en una transición donde podemos reconocer que algo muere, como ocurre con una foto que se quema u se pierde para siempre.
La incorporación del referente
En el segundo de los afiches seleccionados, en cambio, aparece algo que no es tan evidente y palpable como lo que propone el anterior, ya que intenta dar cuenta del mundo interior de Carrie y de cómo este se desmorona poco a poco como ocurre con los cimientos de su propia casa. Una de las escenas tal vez menos comprensibles de Carrie, al menos cuando uno la mira por primera vez, es precisamente la del desmoronamiento de su propia casa. Carrie, para entonces, ya había consumado su venganza y volvía a casa para reencontrarse con el remanso de su madre, esto es, buscando comprensión, pero al no hallarla y perder el vestigio de esperanza que aún la ataba a este mundo, decide sepultarse viva junto con el último rastro que podía quedar de su paso por este mundo, su casa.
Sin embargo, en el afiche se nos muestra algo más, algo que no era para nada obvio, el hecho de que Carrie estuvo ardiendo todo el tiempo o, lo que es lo mismo, que se estuvo consumiendo desde el principio, pues dentro de su casa ocurrían cosas horribles que no se reflejaban en el exterior, que no mostraba la supuesta apariencia confortable de la fachada. Carrie, en este sentido, es como su casa, pues su apariencia de mansedumbre esconde todo el tormento que la quema por dentro. Por este motivo, cuando todo el fuego interior que la consume se materializa en una venganza, ese fuego también se cobra una víctima adicional: a Carrie misma.
[1] Una traducción aproximada de la misma podría ser: Si te gusta el terror… lleva a Carrie a la graduación.
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