miércoles, 28 de enero de 2015

El Bardo: un puente entre la música y las palabras


El bardo es un personaje medieval que irrumpe en la escena de la historia para convertirse en su testamento, en su más fiel transmisor a través de los avatares que sorteaba al desplazarse de un pueblo a otro: los atracos de los robos, las inclemencias del clima, los escasos recursos monetarios, la angustia del hambre e, incluso, la amenaza de animales despiadados como los lobos.
    Asimismo, al aventurarse dentro de las puertas de un nuevo reino el bardo debía lidiar con el temperamento de los pobladores, quienes según las inclinaciones de su humor podían mostrarse a un mismo tiempo predispuestos a oír su historia para luego mostrar su desenfado o enojo ante el canto del bardo, a quién para evitar la furia de la turba le convenía volver sobre sus propias huellas a menos que quisiera recibir una tunda.
    La errancia y el vagabundeo, de este modo, se convirtieron en las dos constantes que acompañaron al bardo a lo largo de todas sus caminatas solitarias, como si conformaran la silueta torva de su propia sombra, la amalgama necesaria de su sino, o como si el falló inequívoco de una suerte adversa se asomara siempre por encima de su horizonte: aquél que lo destinaba a labrar las pedregosas notas de un canto reacio a ser recibido por la hueste de sus semejantes.
    Pero a pesar de estos inconvenientes u obstáculos, el bardo siempre se las arreglaba para dejar testimonio de su presencia, volviendo a recitar con palabras dulces las historias de antaño y convirtiendo la palabra y la música en un correlato indispensable por el que los efluvios de las leyendas, los mitos u otras tradiciones volvían a emerger con toda su fuerza.
    En el bardo se conjugaba…

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