lunes, 10 de abril de 2017

AVRIL LAVIGNE - DISCOGRAFÍA I


El primer álbum de AVRIL LAVIGNE fue concebido como una exploración. Es una búsqueda que se inicia a partir de un cambio, de un viro en el timón, de un giro de 360º grados sobre la vida que hasta el momento se conoció. En él algo se deja atrás mientras a algo comienza a dársele forma, en él algo se convierte en la urdimbre del pasado conforme algo se proyecta hacia la indeterminación del futuro. Y todo esto ocurre mientras la compositora del álbum gravita [1] alrededor de:

    -LO QUE FUE
    -LO QUE ES
    -LO QUE SERÁ
 
    Por este motivo, LET GO [2] es una apuesta y un desafío, apuesta porque toda búsqueda se realiza creyendo que algo se puede encontrar y, un desafío, porque nunca se puede tener una certeza de a dónde conducirá aquella búsqueda, ni si aquello que se atesora durante su emprendimiento, realmente, se encontrará.
    Sin embargo, la búsqueda de LAVIGNE se trunca, precisamente, en esta conciencia temporal, pues como el futuro es un proyecto indefinido y, como frente a él, aún el hogar se anuncia como la única garantía de sentido antes los desasosiegos de la intemperie [3], siempre se temerá a lo desconocido. Lo cual nos entromete, como consecuencia, en una serie de oposiciones binómicas que nunca terminarán de resolverse del todo, pues de un lado se ponderará u oscilará entre:

    -OCULTARSE / PERMANECER [4]
 
    Y, por el otro, se librará un debate entre:

    -SALIR / ENTRAR [5]
 
    Y será, de hecho, este doble movimiento el que recorrerá todo el álbum, pues la dubitación llevará a LAVIGNE, por momentos, a desapegarse, dejando tras de sí el encomio de una lágrima como muestra de su dolor inconfesable, pero, por otros, a volver al numen de su liberación para refugiarse en lo que ya se conoció pero no se puede olvidar aunque, de manera inconstante o, incluso, reticente se continúe con el proyecto inacabado del futuro que se trazó desde la elección de componer para trascender, de tocar para diferenciarse del resto.
    La oposición de los binomios, consecuentemente, se terminará traduciendo como un dilema existencial que se hará eco de la elección trágica shakesperiana [6]:

    -SER / NO SER
 
    Porque, en esta nota trágica para enfocar la vida, lo que se conoce, lo que se aprecia y lo que se estima siempre se alzará por encima del proyecto que se traza hacia el futuro indefinido, irresoluto, y al cual se achacará el infortunio de una incógnita pendiente mientras se cambia la perspectiva de por dónde se gravitaba al comienzo:

    -¿QUÉ FUE?
    -¿QUÉ ES?
    -¿QUÉ SERÁ?

    Pero, esta conciencia temporal de la pérdida no sería tal, si LET GO no fuera, al mismo teimpo, un testimonio de la adolescencia que LAVIGNE perderá cuando enfrente las responsabilidades del mundo adulto. No nos debería extrañar, por este motivo, que el título del álbum se cargue de connotaciones ligadas a:

    -SOLTAR
    -ABANDONAR
    -PARTIR
 
    Ni que las mismas, luego de haber llegado al final del recorrido que propone el álbum, se puedan completar a través de sintagmas como:

    -SOLTAR = EL PASADO
    -ABANDONAR = LA CASA
    -PARTIR = HACIA OTRO HORIZONTE

    En términos equivalentes a los de la crítica literaria, LET GO es un BILDUNGSROMAN [7], esto es, una novela de iniciación y, por lo tanto, la constatación de que algo nunca volverá a ser lo mismo, pues el personaje que inicia la búsqueda de su guturo puede perderse durante su recorrido y nunca recuperar el sentido original del camino que se emprendió.
Los miedos que, todo el tiempo se enuncian como preguntas acerca de los acontecimientos:

    -PASADOS
    -PRESENTES
    -FUTUROS

    No son más que la puesta en escena o la escenificación de un recorrido que despierta dudas y amenaza con tragarse todo lo que se atesoró. Pues, es este y no otro el modo que encuentra LAVIGNE de contar su peripecia existencial, así como buscar desde la composición, una manera de superar las cavilaciones que se yerguen sobre el camino que se escogió recorrer al elegirse como artista.
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[1] Entiéndase este término como una continuidad de devaneo o meditación y, acaso, ensoñación, como si el mundo se abandonara, momentáneamente, para explicarlo mejor.
[2] El nombre, como se verá más adelante, se puede leer en clave biográfica, pero, también, como una inscripción o pertenencia genérica, debido a que su economía sienta el ritmo de la movida PUNK y se hace eco la bandera que enarboló primero THE RAMONES con su famoso tema: HEY! HO! LET’S GO. Sin embargo, el retazo melódico de varios de los temas que forman parte de este álbum, terminan acercándolo más al POP.
[3] Porque enfrentar el mundo es enfrentar el afuera, lo que no se parece a nosotros y, más bien, se nos resiste o se atraviesa en nuestro camino como un obstáculo.
[4] El arraigo se asocia con la casa, con la familia y con los amigos. Es, en resumidas cuentas, la imposibilidad de dejar atrás las raíces que le dieron forma al retoño, para echar una nueva semilla y florecer en otro lado, lo que encuentra atravesando el umbral de la puerta.
[5] Literalmente, entrar es entrar a la vida y, por lo tanto, hacerse cargo del rumbo eventual que ésta puede tomar para bien o para mal.
[6] Rastreable en HAMLET, pero también en JULIO CÉSAR o LA TEMPESTAD.
[7] Este tipo de novelas plantean una evolución y un cambio, muchas veces, también, un corrimiento y un enfrentamiento con los esquemas predecesores que se defendieron. En ellas el protagonista  abandonará el ropaje ingenuo del niño, para mirar con el juicio crítico del adulto que ya no cree en nada sin tomar distancia o echar una dosis de sospecha ante todo lo que se ve o escucha.

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