Chris Columbus crea escenas inolvidables para la transposición de Harry Potter & The Philosopher's Stone, escenas sobre las que la novela original de J. K. Rowling no se detiene.
La escena de las lechuzas llegango a Privet Drive luego de varias entregas frustradas por los Dursley es uno de los mejores ejemplos del esfuerzo de este director por llevar la magia de la novela a la pantalla grande.
No menos importante es el hallazgo de la varita gemela por parte de Harry Potter, un hallazgo que en la novela solo tiene por función plantear un paralelo entre éste y su incontrovertible nemesis, Lord Voldemort.
Otro ejemplo de la misma índole nos lo ofrece el encuentro de este trío de amigos aún no consolidado, con Fluffy, el perro de tres cabezas que custodia celosamente la misteriosa piedra filosofal.
Tampoco, en este sentido, es menos encomiable el traspié de Hermione Granger con el Ogro que se entromete dentro del lavabo de las chicas. En la novela, sin embargo, se le presta un poco más de atención al vinculo de amistad que Hermione comienza a establecer con Harry y Ron a partir de aquí.
El Quidditch, por su parte, sí estaba destinado a convertirse, desde el principio, en una de las escenas más memorables de la película. La imaginación de J. K. Rowling no podía dejar dudas al respecto en esta parte, así como tampoco renunciar a explorar la humanidad de sus personajes a través de un juego.
Lo mismo ocurre con todas las escenas que anteceden al enfrentamiento con Lord Voldemort, pues aquí el director solo tiene que ensanchar un poco más lo que de por sí, en la novela, ya es tierra fértil para la imaginación.
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