domingo, 24 de mayo de 2015

¿Qué es y cómo escribir un ensayo?


El ensayo es un texto que se resiste a las definiciones y como tal, prescinde de todas las recetas que, al momento de abordarlo, buscan encerrarlo dentro de una forma. En otras palabras, no existe una manera de comenzar un ensayo, porque el ensayo entraña una libertad que demanda una reflexión que, no menos, debe reivindicarse a sí misma como libre, libre de ataduras y de formalismos, libre de etiquetas y de determinismos, libre de esquemas y de convencionalismos.
    El ensayo, en este sentido, es lo que se opone al concepto, que es la formulación estable de la idea, o al menos, el camino que ésta encuentra para esbozarse de manera sintética. Pero el problema es que el ensayo no puede eludir al concepto, que es lo que constriñe, limita y allana lo que busca liberar el ensayo, lo que se propone resquebrajar al cambiar la manera que tenemos de concebir las cosas y, por lo tanto, de conceptualizar nuestro mundo.
    Esto quiere decir que, al ensayo, no le importa ver las cosas de una determinada manera, sino impugnar las determinaciones con las que miramos las cosas, así como alterar, socavar y trastocar el orden de nuestra lógica al momento de mirar, precisamente, para devolvernos una mirada diferente sobre las cosas que antes asociábamos a un sólo sentido. Pero, también, quiere decir que, al momento de desestructurar nuestras estructuras, al momento de dinamitar las bases sobres las que se asientan los conceptos que utilizamos, también se va a llegar a una conceptualización que si bien reivindica la diferencia, la alternativa, la opción de escoger donde antes no se podía escoger, también creará nuevos conceptos.
    En consecuencia, y para prevenir cualquier dependencia, el concepto debe concebirse como la antítesis del ensayo, esto es, como su reverso oscuro, debido a que, en su formulación, tiene lugar una operación de poder, poder para fijar un sentido, poder para asociar y relacionar, poder para convencer y disuadir. Pero, cabe preguntarse entonces: ¿qué buscaría esconder el concepto al proceder de este modo? En principio, que no todo es estable, que no todo puede ser medido y que no todo no puede ser catalogado. Sin embargo, en lugar de reconocer que tal propensión es absurda, en lugar de dejar que la asociación y la relación queden en manos del lector o que la reconstrucción del significado se elabore sin ninguna directiva, el concepto regla de la misma manera en que la idea no puede dispersarse ni comunicarse sin la imposición de una dirección, de la misma manera en que el hombre que la elabora no puede toparse con la diferencia que la menoscabe.
    Por lo tanto, el ensayo representa un ejercicio antinatural para el hombre que se aboca a él, y algo paradójico, ya que mientras intenta descomponer un concepto, termina arribando a otro concepto, tal vez menos cerrado, tal vez menos estructurado, pero al fin y al cabo, un concepto.

    ¿Cómo comenzar un ensayo?

    Si bien el ensayo se resiste a la forma, por convención o, más bien, por el peso de la tradición de los pioneros que lo cultivaron, se suele vagamente asociarlo a la siguiente estructura:

    1) La presentación de un tema.
    2) El desarrollo del tema propuesto.
    3) La elaboración de una conclusión.

    Sin embargo, el problema de esta estructuración del ensayo es que descuida un hecho histórico: los primeros textos ensayísticos no tenían conciencia sobre los alcances de su reflexión. En otras palabras, en los primeros textos ensayísticos los autores comienzan a experimentar con algo que todavía les resultaba indefinible, pero que luego se concebiría como textos autónomos de la forma y de la estructura. Pero, en ese momento, todavía eran textos dependientes de los formalismos académicos y, por lo tanto, de los esquematismos a los apela la academia para presentar contenidos que luego se divulgarán a la comunidad intelectual, en general.
 

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